Q&A  | 

La reacción del mundo a la primera pandemia de la era digital, por Chad Gaffield

"Es fundamental que utilicemos lo que sabemos del pasado para las decisiones de hoy"

Tags: 'Chad Gaffield' 'Digital technology' 'Digital transformation'

SHARE

Reading Time: 4 minutes

Chad Gaffield es un historiador canadiense. Es el director de la Cátedra de Investigación en Estudios Digitales de la Universidad de Ottawa y miembro de la Royal Society of Canada, de la que fue, además, presidente.

Desde la era de los servidores de los setenta, Chad Gaffield ha contribuido al desarrollo de la investigación histórica, la enseñanza y la participación pública basados en la tecnología digital.

La suya es una visión privilegiada de los cambios sociales generados por los ordenadores: "Desarrollo y utilizo tecnologías digitales para expandir, profundizar y facilitar el estudio de temas relacionados con el cambio sociocultural, económico y demográfico".

¿Podemos decir que la Covid19 es la primera pandemia mundial en la era digital?

La COVID19 es la primera pandemia en la era de las redes sociales, el big data y la inteligencia artificial compatibles con dispositivos móviles del mundo digital actual. Estas tecnologías ayudan a la implementación de políticas de distanciamiento físico sin precedentes en todos los ámbitos sean sectores privado, público o sin fines de lucro.

Si bien el uso generalizado de la tecnología informática, incluso en la medicina y las escuelas, comenzó en las décadas de 1950 y 1960, la dependencia casi completa de la capacidad virtual es una opción realista desde hace pocos años. En este sentido, la COVID19 es, efectivamente, la primera pandemia mundial en la era digital.

¿Qué ha habido de nuevo en la reacción global y cuál ha sido el papel de la tecnología?

Si bien históricamente hace tiempo que se utilizan tecnologías como las máscaras y políticas como el distanciamiento social, las sociedades de todo el mundo han respondido a la COVID19 explotando la capacidad digital como nunca antes.

En general, el problema es que las tecnologías digitales, si bien ofrecen oportunidades y desafíos sin precedentes, no encajan bien con muchas políticas y prácticas del siglo XX.

A pesar de los rápidos logros tecnológicos de las últimas décadas, nadie supo prever que llegaría una situación de emergencia en la que dependeríamos totalmente de la capacidad virtual en ausencia de todo contacto físico en una sociedad. 

Nos estamos dando cuenta de que satisfacer esta necesidad es cada vez más complejo, sobre todo en salud, educación y bienestar. En otras palabras, la respuesta del mundo a la COVID 19 ha sido digital de manera generalizada, pero puesta en marcha con medidas de emergencia y sin la investigación y reflexión adecuadas sobre la mejor manera de hacerlo.

¿Hay alguna desventaja en la forma en que se utiliza la tecnología para combatir la pandemia?

La historia de la computación muestra que las tecnologías digitales pueden multiplicar y aumentar las consecuencias sociales positivas y negativas de las acciones humanas. Mientras que los entusiastas afirman que las tecnologías promueven la igualdad, el último medio siglo revela que a menudo aceleran y profundizan desigualdades que ya conocemos.

En 2016 el World Social Science Report  concluyó que «el mundo está convergiendo en torno a altos niveles de desigualdad». En 2019, el Consejo Internacional de la Ciencia advirtió de que «corremos el riesgo de profundizar las divisiones digitales, aumentar las desigualdades y concentrar el poder en manos de los tecnológicamente avanzados, con consecuencias para el desarrollo sostenible, para democracias funcionales y para los derechos civiles».

¿Existen patrones comunes entre las pandemias actuales y las anteriores?

Las pandemias anteriores nos enseñan dos lecciones importantes que son muy relevantes hoy en día. En primer lugar, debemos prepararnos para las pandemias, ya que volverán a ocurrir. Hoy en día, esta preparación debe incluir un plan para recurrir completa o parcialmente al modo virtual con el fin de apoyar las políticas de distanciamiento físico.

En segundo lugar, el patrón general de las pandemias deja claro que las poblaciones que ya eran vulnerables corren un riesgo aún mayor de contraer una infección potencialmente mortal. Este patrón histórico adquiere mayor importancia en la Era Digital.

En su campo de investigación, ¿qué lecciones podemos extraer de la pandemia actual?

A pesar de utilizar las tecnologías digitales desde la década de 1970 para estudiar el cambio sociodemográfico y dar cursos universitarios sobre temas como la historia de los desastres y el surgimiento de la Era Digital, nunca hubiera podido imaginar la necesidad de combinar el distanciamiento físico de toda la sociedad con la conexión virtual de emergencia.

Esto hace especialmente importante analizar la historia de las pandemias y las tecnologías digitales para ayudar a tomar decisiones que permitan prevenir y evitar consecuencias negativas que ya conocemos.

¿Son las desigualdades sociales los mayores propagadores de virus a nivel mundial?

Como han evidenciado los brotes globales de COVID-19 entre una población anciana de dimensión sin precedentes, es necesario prestar especial atención a los grupos vulnerables, especialmente a los que viven en espacios cerrados, como residencias o en complejos de viviendas de alta densidad.

Como escribió The New York Times el 8 de abril de 2020, «el factor más importante para la propagación de pandemias en los barrios marginales es el descuido de estas poblaciones marginadas por parte de las élites gobernantes».

En Noruega, el Dr. Svenn-Erik Mamelund, especialista en la demografía de las enfermedades epidémicas, lamentó en 2018 que «las desigualdades sociales no se están teniendo en cuenta en el debate sobre los planes internacionales de preparación para la gripe pandémica».

En la actualidad, ¿la tecnología está reduciendo o profundizando las desigualdades sociales?

Requiere atención urgente la dificultad de combinar la conexión digital, el distanciamiento físico y la igualdad de oportunidades. Por ejemplo, ahora las escuelas tienen dificultades para optimizar los enfoques digitales y que éstos se adapten a todos los estudiantes. A la luz de los modestos resultados académicos del aprendizaje con clases en remoto por videoconferencia, los educadores están desarrollando planes de estudios híbridos interactivos e innovadores que tienen como objetivo integrar lo mejor de los recursos virtuales y físicos para adaptarse a estudiantes de perfiles diversos.

La historia de la tecnología demuestra que las familias con recursos materiales y de conocimiento tienen claras ventajas frente a aquellas que no las tienen en situaciones como la COVID 19 y que dichas desigualdades aumentan en estas circunstancias.

Más aún, en estos momentos hemos de extraer el máximo aprendizaje sobre cómo reforzar políticas y medidas para la próxima e inevitable pandemia en la que el distanciamiento físico dependerá en la conexión social digital. Al hacerlo, deberíamos ser capaces de desarrollar formas más equitativas de integrar presencia virtual y física para conseguir sociedades más sanas y resistentes.