La emergencia digital
El reto de Barcelona y su área metropolitana para lograr una transformación digital inclusiva

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En los últimos años, la transformación digital ha proliferado en muchos aspectos de nuestras vidas, desde el trabajo y la educación hasta la correspondencia con amigos y familiares. La pandemia del Covid-19 aceleró aún más esta situación a medida que dependíamos cada vez más de los dispositivos digitales para proporcionar las conexiones humanas que necesitamos como sociedad. Está claro que la tecnología puede facilitar la vida de las personas, pero existen importantes barreras de entrada que impiden que muchos disfruten de los privilegios que la tecnología puede brindar. De hecho, estas brechas digitales a menudo corren paralelas a las brechas preexistentes que separan a los miembros más privilegiados de los más vulnerables de la sociedad y las amplían aún más. A medida que nuestros derechos y privilegios se digitalizan, estas brechas digitales que excluyen aún más a los sectores más marginados de la población plantean una situación de emergencia.

Actuar para lograr una transformación digital inclusiva no es tarea fácil. Es aún más difícil en áreas urbanas grandes y de alta complejidad como Barcelona y el área metropolitana. Este documento, que se basa en entrevistas con agentes locales e investigación documental, tiene como objetivo describir los desafíos sociales que conlleva la economía digital en áreas urbanas complejas. Al mismo tiempo, quiere resaltar la importancia de algunos proyectos que ya están en marcha en Barcelona y el área metropolitana y que tienen como objetivo contrarrestar la emergencia digital.
Las Administraciones públicas están haciendo un esfuerzo grande para digitalizar, pero no debemos olvidar que hay colectivos que pueden quedar excluidos de este proceso, y muchas veces es por un tema cultural o de excusión social. Por ejemplo, hoy en día hay muchas personas mayores que se quedan sin sucursales de las entidades bancarias en su municipio y la mayor parte de las gestiones que antes realizaban en la sucursal ahora deben realizarlas por internet. Muchas de esas personas mayores que antes eran autónomas ahora son dependientes, dependen de su hijo o hija para realizar estas gestiones. Esta es la gran paradoja del modelo actual. ¿Y qué pasa cuando no tienes familia? Debemos avanzar en la digitalización pero garantizando que no dejamos a nadie por el camino.
José Muñoz Luque, Gerente de Servicios Sociales, Diputación de Barcelona
La emergencia digital analizada en este trabajo va más allá de la accesibilidad, englobando seis nuevas formas de exclusión digital muy visibles en las grandes regiones metropolitanas.
La emergencia digital

Instantáneas sobre la emergencia digital

España figura en el séptimo puesto en cuanto a la dotación de infraestructuras de transporte y comunicación, y es el país de la Unión Europea con mayor tasa de penetración de ‘fibra hasta el hogar’. Así pues, el reto de la exclusión digital en España no se centra en el acceso a las infraestructuras digitales e Internet, lo que tradicionalmente se ha llamado brecha digital en singular. Nos encontramos

ante un desafío más complejo, que la pandemia y sus consecuencias han hecho patente, y que incluye la necesidad de abordar distintas áreas, más allá de la conexión y su calidad, siendo prioritarias las brechas digitales en plural.

 

Para abordar y superar estas brechas, es fundamental evaluar si las personas tienen acceso a la electricidad, Internet y dispositivos electrónicos, y la calidad de este acceso; habilidades informáticas y alfabetización tradicional; dominio de las TIC e internet; y condiciones favorables que incluyen asequibilidad, identificación legalmente válida, inclusión financiera y confianza y seguridad.

 

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Esta es una era de emergencia. La emergencia digital, que es el tema de este documento, convive con la crisis climática y la pandemia del Covid-19. Los efectos de la pandemia y el cambio climático extremo han tenido y siguen teniendo un claro impacto social y económico negativo que es motivo de gran preocupación para ciudadanos e instituciones. Sin embargo, la gestión adecuada de la emergencia digital podría brindar una oportunidad para reducir los impactos negativos de las otras emergencias y viceversa.

 

Las tecnologías pueden usarse para reducir nuestra huella ambiental o para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de casos de Covid-19. Además, cada vez más agentes de todos los ámbitos —gubernamental, social, empresarial—, se unen para afrontar el reto de la emergencia climática. Algunos ejemplos son el Acuerdo de París de Naciones Unidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG), el Pacto Verde Europeo y el compromiso para lograr la Agenda 2030. Asimismo, tal y como indican la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otras instituciones, la emergencia digital requiere acción para garantizar una transformación digital equilibrada, justa e inclusiva, con estrategias coordinadas para ayudar a construir la resiliencia que necesitamos en esta nueva era posterior a la pandemia y antes de que sea demasiado tarde.

 

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Para hacer frente a la emergencia digital, la sociedad civil, los gobiernos y el sector privado deben abordar las brechas digitales como un fenómeno complejo que va más allá del acceso y la infraestructura, ya que están profundamente arraigadas en las desigualdades estructurales de la sociedad. Para cerrar estas brechas, la digitalización de los sectores público y privado es clave, dado que representan las principales barreras e impulsores de la adopción digital. Además, para garantizar una participación digital inclusiva, la confianza digital es fundamental y, por lo tanto, es necesario que estos actores garanticen una experiencia en línea segura y protegida a través de la ciberseguridad y la protección de datos. Y, lo que es igualmente importante, juegan un papel fundamental en la lucha contra la desinformación y las noticias falsas. Como la digitalización ha permitido nuevas formas de trabajar, la nueva economía digital debe ser una oportunidad para que todos participen. Y finalmente, la forma en que abordemos la emergencia digital debe ir de la mano con la lucha por la justicia climática, ya que el costo ecológico de la tecnología debe minimizarse para garantizar un futuro verde y digital.

 

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