España figura en el séptimo puesto en cuanto a la dotación de infraestructuras de transporte y comunicación, y es el país de la Unión Europea con mayor tasa de penetración de ‘fibra hasta el hogar’. Así pues, el reto de la exclusión digital en España no se centra en el acceso a las infraestructuras digitales e Internet, lo que tradicionalmente se ha llamado brecha digital en singular. Nos encontramos
ante un desafío más complejo, que la pandemia y sus consecuencias han hecho patente, y que incluye la necesidad de abordar distintas áreas, más allá de la conexión y su calidad, siendo prioritarias las brechas digitales en plural.
Para abordar y superar estas brechas, es fundamental evaluar si las personas tienen acceso a la electricidad, Internet y dispositivos electrónicos, y la calidad de este acceso; habilidades informáticas y alfabetización tradicional; dominio de las TIC e internet; y condiciones favorables que incluyen asequibilidad, identificación legalmente válida, inclusión financiera y confianza y seguridad.
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Esta es una era de emergencia. La emergencia digital, que es el tema de este documento, convive con la crisis climática y la pandemia del Covid-19. Los efectos de la pandemia y el cambio climático extremo han tenido y siguen teniendo un claro impacto social y económico negativo que es motivo de gran preocupación para ciudadanos e instituciones. Sin embargo, la gestión adecuada de la emergencia digital podría brindar una oportunidad para reducir los impactos negativos de las otras emergencias y viceversa.
Las tecnologías pueden usarse para reducir nuestra huella ambiental o para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de casos de Covid-19. Además, cada vez más agentes de todos los ámbitos —gubernamental, social, empresarial—, se unen para afrontar el reto de la emergencia climática. Algunos ejemplos son el Acuerdo de París de Naciones Unidas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GHG), el Pacto Verde Europeo y el compromiso para lograr la Agenda 2030. Asimismo, tal y como indican la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otras instituciones, la emergencia digital requiere acción para garantizar una transformación digital equilibrada, justa e inclusiva, con estrategias coordinadas para ayudar a construir la resiliencia que necesitamos en esta nueva era posterior a la pandemia y antes de que sea demasiado tarde.
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Para hacer frente a la emergencia digital, la sociedad civil, los gobiernos y el sector privado deben abordar las brechas digitales como un fenómeno complejo que va más allá del acceso y la infraestructura, ya que están profundamente arraigadas en las desigualdades estructurales de la sociedad. Para cerrar estas brechas, la digitalización de los sectores público y privado es clave, dado que representan las principales barreras e impulsores de la adopción digital. Además, para garantizar una participación digital inclusiva, la confianza digital es fundamental y, por lo tanto, es necesario que estos actores garanticen una experiencia en línea segura y protegida a través de la ciberseguridad y la protección de datos. Y, lo que es igualmente importante, juegan un papel fundamental en la lucha contra la desinformación y las noticias falsas. Como la digitalización ha permitido nuevas formas de trabajar, la nueva economía digital debe ser una oportunidad para que todos participen. Y finalmente, la forma en que abordemos la emergencia digital debe ir de la mano con la lucha por la justicia climática, ya que el costo ecológico de la tecnología debe minimizarse para garantizar un futuro verde y digital.
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