Los derechos humanos son una base fundamental para una sociedad que respeta a todos los seres humanos por igual; al menos, son una guía para señalar violaciones flagrantes de estas libertades. Después del armisticio de la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas nacieron para evitar que los crímenes de guerra vuelvan a ocurrir. El 10 de diciembre de 1948 impulsaron la creación de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Este documento ha sido, desde entonces, un marco moral, ético y legal para que países y tribunales de todo el mundo garanticen una vida digna y digna a los habitantes de este planeta.
Nadie cuestiona la necesidad de que exista tal manuscrito. Por lo tanto, tenemos derechos humanos y queremos que todos los tengan; por eso se llama a los gobiernos cuando no los respetan.
Sin embargo, un nuevo paradigma ha florecido en estos últimos años, pues hemos creado una nueva realidad que supera al mundo físico: la realidad digital, un panorama difícil de regular en el que las empresas y las acciones traspasan las fronteras. Ahora vivimos en este ecosistema en el que se mezclan el mundo real y el digital; aprendemos en línea, nos comunicamos con nuestros seres queridos a través de Internet, utilizamos las compras electrónicas y las videollamadas, necesitamos la banca en línea para nuestro día a día y Google Maps para encontrar esa tienda por la que hemos pasado miles de veces, pero No puedo recordar exactamente dónde está. El mundo en línea es tanto un lugar por el que deambulamos como las calles que cruzamos todos los días.
Incluso si ya hemos hecho que las aplicaciones, los canales de redes sociales y las contraseñas sean partes inseparables de nuestras vidas, por más claros que sean los derechos humanos, el dominio de los derechos digitales (esa lista de libertades que deberían regular moral, ética y legalmente el dominio en línea) sigue siendo una especie de Far West en el que el que ríe último, ríe mejor. Los derechos digitales son fundamentales para la libertad de expresión, el uso seguro de Internet y la consideración de la identidad, el acceso universal y equitativo a Internet, la protección de datos, el anonimato y la protección de los derechos de los niños e intelectuales. Hasta ahora, los ciudadanos han estado medio desprotegidos en un mundo que apenas entendíamos pero que de alguna manera nos impulsaron a utilizar, ya que todos los aspectos de la vida se han digitalizado exponencialmente. Nuestra privacidad, la recopilación y el uso de datos que podrían ser discriminatorios o parciales, la focalización y la creación de grandes monopolios tecnológicos han sido problemas que hemos presenciado desarrollarse ante nuestros ojos sin poder participar en ellos, ya que, aparentemente, siempre ha sido más grande que nosotros.
Para intentar regular este terreno de libertades digitales, ha habido muchas iniciativas; uno de los últimas es la Carta de los Derechos Digitales de España, “un conjunto de principios y derechos que guiarán los futuros proyectos regulatorios y el desarrollo de políticas públicas para garantizar la protección de los derechos individuales y colectivos en los nuevos escenarios digitales”. Con la mentalidad de una transformación digital humanista, este documento normativo, en palabras del presidente del Gobierno español, «protegerá los derechos de los ciudadanos en la nueva era de Internet y la Inteligencia Artificial», en la que estos derechos se presentan «nuevos y extremadamente vulnerabilidades graves. ”Es el primer paso hacia una regulación más amplia que debería incluir grupos más representativos en su redacción, pero una etapa valiosa, sin embargo.
Una cosa está clara: se está produciendo una transición a una revolución digital, regulada o no. Está en nuestro futuro. Quién ganará la carrera es un resultado que solo el tiempo lo dirá.