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¿Dónde nos va a llevar la digitalización del trabajo?

Entrevista con Luz Rodríguez, Profesora Titular de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social en la Universidad de Castilla-La Mancha y Especialista Senior en Instituciones del Mercado de Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo.

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María Luz Rodríguez (Valladolid, 1964) es doctora y profesora de Derecho del Trabajo en la Universidad de Castilla-La Mancha y Especialista Senior en Instituciones del Mercado de Trabajo de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Ha ocupado diversos cargos públicos en el área del empleo y los asuntos sociales. Concretamente, ha ejercido como mediadora y responsable del Área Jurídica del Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje, así como árbitro del Jurado Arbitral Laboral de Castilla-La Mancha. Ha sido vocal asesora del Gabinete del Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, y consejera de Empleo, Igualdad y Juventud del Gobierno de Castilla-La Mancha. Entre el 2010 y 2011 fue Secretaria de Estado de Empleo del Ministerio de Trabajo e Inmigración de España. Hablamos con ella sobre la digitalización y las perspectivas españolas y europeas para el futuro del trabajo.

¿Cuáles crees que son las principales transformaciones a las que se enfrenta el mundo del trabajo y las empresas a causa de la digitalización?

El propio concepto de trabajo y de empresa están siendo de alguna forma desafiados por la transformación tecnológica. Pero quizás lo más importante es que lo que hace la transformación digital es que nos exige tener competencias digitales, educación digital y formación digital. Porque la gran clave para mantenernos en el empleo y para mantenernos en el mercado de trabajo es que seamos capaces de trabajar con las máquinas, con los robots y con los algoritmos. Y eso exige de nuestra parte competencias digitales.

¿Crees que Europa está preparada para afrontar esta creciente digitalización y concretamente en el caso de España?

La pregunta que podría hacerse es si Europa en general y España formando parte de la Unión Europea, están preparadas para este desafío tecnológico, sobre todo en materia de competencias digitales. Creo que estamos en el buen camino, pero todavía no hemos llegado a la meta.

Todos los países de la Unión Europea están avanzando, entre otros aspectos, en la formación en competencias digitales y en educación digital de su población en general y de la población trabajadora en particular.

Así que estamos viendo que están produciéndose avances muy importantes en ese ámbito. Cuando miramos más en concreto a España, nos damos cuenta de que este índice nos dice que el 57 por ciento de la población de nuestro país tiene competencias digitales básicas. Esto significa que el 47 por ciento de nuestra población no tiene ni siquiera competencias digitales básicas. Y sin embargo, el mundo en el que estamos ya exige tener un mínimo de competencias digitales para cualquier puesto de trabajo. Así que, efectivamente, necesitamos una gran transformación que tiene que venir de la educación y la formación en competencias digitales de toda la población.

¿Qué crees que pueden hacer los responsables políticos para garantizar estos sistemas de información y aprendizaje, para corregir este aspecto?

Yo creo que los responsables políticos tienen un gran protagonismo en esta transformación tecnológica y también en la preparación de sus poblaciones para hacer frente a esta transformación tecnológica.

Para empezar, creo que lo primero es que hay que llevar esta preocupación y este reto a la agenda pública y decirle a la población en general que necesitamos tener competencias digitales para prácticamente la mayor parte de las personas, porque incluso las personas mayores cuando van al médico o cuando van a un hospital, necesitan tener conocimientos mínimos y básicos de tecnología.

 Así que tenemos que hacer una gran transformación digital de toda la población, implementar políticas educativas acordes con las necesidades de las personas. Y hacer una gran estrategia de país de forma inmediata. Y estoy hablando de España, pero podríamos estar hablando de Francia, o de Italia, o de Alemania.

 Esta estrategia exige recursos económicos y una planificación para hacerlo de forma meditada, pero también rápida.

¿Cómo han evolucionado las relaciones laborales después del Covid? ¿Cómo pueden los responsables políticos garantizar que se respetan los derechos digitales como el derecho a la desconexión o la protección de datos de los trabajadores?

El teletrabajo o la utilización de la tecnología para prácticamente todos los puestos de trabajo han venido para quedarse por lo que tenemos que reflexionar más sobre cómo vamos a regular las condiciones de trabajo en la etapa digital. Porque tenemos reconocidos los derechos, incluido el derecho a la desconexión digital, pero también el derecho a la privacidad, el derecho a la protección de nuestros datos. 

En la economía de plataformas, se utilizan algoritmos para distribuir las tareas, optimizar los flujos de trabajo y evaluar a los trabajadores. ¿Cómo ha cambiado esto la dinámica jefe-empleado? Si tu empleado es un algoritmo, ¿cómo puedes exigirle responsabilidades?

La economía de plataforma tiene dos características que me gustaría señalar. La primera es que todavía no hay una parte importante de la población trabajadora europea y tampoco española trabajando en ella. Pero, por otra parte, esta economía tiene una potencia de cuestionar qué es una empresa y qué es un trabajador muy importante. 

Además, se adentra en espacios donde no pensábamos que iba a haber plataformas. Estamos hablando de la administración pública como una plataforma del Estado de Bienestar. Y pone en cuestión el concepto de trabajador, porque la persona que trabaja por medio de una plataforma en muchas ocasiones no es un trabajador como el que hemos conocido hasta la fecha. 

También cuestiona qué es una empresa, porque no hay un cuerpo, no hay algo físico. Lo que llamamos empresa está dentro de nuestro ordenador o de una app de nuestro teléfono. Es una empresa, asume responsabilidades empresariales, concede derechos laborales. Empresa existe porque siempre hay un núcleo al que imputar esos derechos y esas obligaciones. Pero, ¿cuál es la empresa si la única visión que tenemos de ella es una app en nuestro ordenador? 

La economía de plataforma ha puesto en cuestión el concepto de trabajador y empleador. La batalla de los riders: ¿empleado o autónomo? Caso Uber.

En todos los países donde hay economía de plataforma, esta discusión existe. Una discusión que se centra en si las personas que trabajan por medio de plataformas son trabajadores o son autónomos. Y en todos los países donde ha habido esta discusión hay opiniones diversas. Estamos ante una realidad que a veces es difícil encajar en los esquemas laborales que tenemos en cada uno de nuestros países.  

Hay todo un mundo del trabajo en plataforma que no está en la ley y sobre el que seguiremos debatiendo si son realmente trabajadores o son autónomos.

¿Cómo varían el trabajo y las experiencias de trabajo según el género?

Hay motivos más que suficientes para la reflexión sobre cómo influye el sexo o el género en el trabajo, en la economía de plataforma.

El problema es que no estamos utilizando esa mirada de la perspectiva de género en el trabajo, en la economía de plataforma pero creo que hay que integrarla. Primero, porque hay plataformas donde hay un trabajo mayoritario de mujeres, las plataformas de cuidado. En segundo lugar, porque la plataforma digital es a veces preferida por las mujeres para trabajar frente a los varones, porque de alguna manera las mujeres creen que trabajando mediante plataforma digital tienen más libertad y por lo tanto más posibilidad de conciliar su vida profesional con su vida familiar, y utilizan la plataforma como un instrumento de conciliación, de trabajo y de vida familiar. 

Esto que en alguna medida puede ser positivo, tiene una visión también en el otro lado. Y es que estaría cronificando los roles y segregando el trabajo en plataformas en función de si eres una mujer o un varón. Porque lo que pasaría es que las mujeres trabajarían en plataformas para conciliar y los varones no lo harían porque ellos no sienten la necesidad de conciliar. Así que esa mirada de la perspectiva de género es fundamental en la plataforma.

Y luego, efectivamente, hay situaciones de ciberacoso o de acoso físico que no se producen.

Cuando se hace la evaluación de riesgos laborales en la plataforma digital, hay que tener en cuenta esta perspectiva de género para evitar riesgos que afectan fundamentalmente a las mujeres frente a aquellos otros que afectan o que afectan menos a los hombres.

España Digital 2025, destaca la brecha digital de las pymes como una de las principales prioridades, que además ha aumentado durante la pandemia. ¿Por qué es tan importante la digitalización para las empresas más pequeñas?

España es un país de pymes y de micropymes. De hecho, casi el 90 por ciento de las empresas registradas en nuestro país tienen menos de 10 trabajadores. Es decir, somos un país fundamentalmente de pymes y micropymes, y por eso es muy importante que la composición del tejido empresarial de nuestro país no sea un obstáculo para la digitalización y la transformación digital de la economía. ¿Esto qué significa? Significa que se tienen que transformar tecnológicamente.

Las grandes empresas ya están en proceso de gran transformación digital, pero tenemos que tener una estrategia económica y una estrategia de apoyo para que también las pequeñas empresas puedan digitalizar.

El Reglamento de la UE sobre las relaciones entre plataformas y empresas (Reglamento P2B), que entró en vigor en julio de 2019, es el primer conjunto de normas que crea un entorno comercial justo, transparente y predecible para las empresas más pequeñas en las plataformas en línea. ¿Cómo pueden las pymes aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece el nuevo reglamento P2B?

Se necesita tener una cultura emprendedora, se necesita tener una cultura de la transformación y de la innovación digital que se necesita en la empresa y tener un apoyo para realizarla.

Así que creo que el reglamento europeo pueden hacer todas estas oportunidades para que las pymes de nuestro país puedan tener una transformación digital acorde con la que puede producirse en otros países.

Si la digitalización puede provocar la pérdida de puestos de trabajo, esto afecta a la propia estructura del modelo de protección social. ¿Cómo podemos enfocar la protección social en la era digital?

Cuando se habla de la revolución tecnológica, la primera pregunta es si la revolución tecnológica va a producir la pérdida de puestos de trabajo. Y la segunda pregunta es entonces, qué sucederá con nuestros sistemas de protección social que están pensados para tener un mayor volumen de puestos de trabajo de los que parece que podamos tener.

Ante esto hay dos respuestas muy rápidas a estas dos cuestiones muy complejas? La primera es que está claro que va a haber una pérdida de puestos de trabajo que hoy realizan los humanos y que podrán ser realizados a través de la automatización, pero no hay un consenso sobre cuántos puestos de trabajo podrán perderse.

Empieza a haber un consenso sobre cuáles puestos de trabajo y cuáles serán las tareas que se automatizan de forma más sencilla y por lo tanto los humanos dejen de realizarlas. 

 

De ahí la necesidad, como decía antes, de tener competencias digitales para que podamos adaptarnos a la creación y a la transformación de los puestos de trabajo. Ahora, la pregunta es si esta creación de puestos de trabajo será suficiente como para tener un volumen de empleo que mantenga nuestros modelos de protección social o no tendremos suficientes empleos y suficientes trabajos como para mantenerlo porque nuestros modelos de seguridad social se nutren del empleo? Las cotizaciones sobre el empleo y las posibilidades de cuanto más empleo tenemos, más cotizaciones y más posibilidades de prestaciones.

La era del post work. ¿Vamos a dejar de trabajar los humanos en algún momento? ¿Nos podemos estar dirigiendo hacia una sociedad del post-trabajo?

La verdad es que he pensado mucho en si la revolución digital podrá conducirnos a una sociedad sin trabajo, a una sociedad del placer y del ocio. Creo que en un tiempo corto no será así porque el trabajo es mucho más que que la transformación de los medios para obtener algo con lo que sobrevivir.

El trabajo tiene que ver mucho con la participación en la sociedad, con la integración en la sociedad, y esa participación del ser humano en la sociedad es absolutamente inherente a nosotros y por lo tanto, creo que durante mucho tiempo mantendremos el trabajo. Estoy utilizando la palabra trabajo y no la palabra empleo, que es un concepto distinto. El empleo significa algo retribuido por alguien. Y respecto al trabajo, me refiero al sentido de Hannah Arendt cuando hablaba de actividad humana. 

En este sentido sí que creo que nos encaminamos hacia una sociedad donde las personas tendrán que trabajar complementadas por las máquinas, complementadas por los algoritmos, complementadas por los robots, es decir, qué lo habitual será que humanos y máquinas humanos y robots convivan en el trabajo.

Esto sí que creo que pasará y no será en un futuro lejano sino de forma muy próxima.