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Equiparse contra la desinformación, por Carmela Ríos

"Sin los métodos de verificación de información es imposible ser periodista hoy en día".

Tags: 'Carmela Ríos' 'Desinformación' 'Tecnología'

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Carmela Ríos es profesora y consultora en diversas universidades e instituciones en materias que tienen como denominador común las redes sociales: desde la verificación de información al periodismo sobre dispositivos móviles y redes sociales pasando por las redes sociales como herramienta para el periodismo.

Además, es un referente en Twitter por su trabajo de divulgación sobre el efecto que tienen en política la polarización y desinformación que propician las redes sociales.

Con anterioridad, Ríos ejerció como periodista en radio y televisión durante más de 20 años.

¿Cómo afecta la desinformación a nuestra vida?

La desinformación está muy presente; es uno de los objetos de estudio y de observación de mi vida personal y mi trabajo.

Es un fenónemo transversal que afecta también a la esfera privada, como podemos constatar cuando gestionamos la conversación de ciertos grupos de whatsapp donde, de repente, el tono se ha tensado. Nos sorprendemos con familiares o amigos que se muestran abiertamente más radicales que nunca y especialmente poco receptivos si se les avisa de que algunas informaciones que comparten son falsas.

La vieja máxima de ‘if it bleeds, it leads’ (si sangra, lidera) referente al periodismo parece ser más actual que nunca. Mientras el modelo de negocio de las grandes plataformas esté basado en la publicidad y la extracción de big data, ¿podemos esperar que actúen para contrarrestar la desinformación?

Las plataformas tecnológicas tienen una responsabilidad histórica a la hora de desactivar los mecanismos que, dentro de sus estructuras, propulsan hasta el infinito las campañas de desinformación y de odio que impactan en la percepción de la realidad y en el corazón de millones de personas en todo el mundo.

Nadie era consciente de la enorme influencia que las plataformas tecnológicas iban a tener en la aparición de entornos políticos cada vez más desordenados y peligrosos, pero existe ya literatura suficiente para saberlo.

Convendría buscar modelos de negocio que fueran inflexibles con ciertas prácticas que corren el riesgo de hacer de las redes sociales y otras plataforma una especie de “viejo oeste americano” donde impera la ley del más fuerte.  

Últimamente los medios se han centrado fundamentalmente en el ataque al Capitolio y la Covid19 como casos de campañas de desinformación, pero se ha hablado menos del papel de Facebook y las fake news -hecho reconocido por el propio Zückerberg- en el genocidio rohyngia. ¿Qué otros casos de campañas de desinformación existen hoy en día que hayan tenido un efecto igual de importante en la sociedad?

Existen multitud de ejemplos, pero yo destacaría aquellas campañas “comodín” que vemos aparecer, planteadas de forma idéntica, en diferentes lugares del mundo.

Es el caso de las que se lanzan antes de una campaña electoral con el objetivo de despertar sospechas sobre la limpieza del voto por correo y que dan por sentado que se producirán irregularidades porque dicho voto por correo está controlado por el gobierno.

Se trata de tácticas que buscan inducir la abstención de una parte del electorado y que se han replicado en las elecciones estadounidense de 2020 o las autonómicas catalanas y madrileñas de este mismo año.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Utah en E.E.U.U. concluye que la mayoría de los estadounidenses no son capaces de detectar noticias falsas, aunque creen que sí lo son. ¿Piensa que es una conclusión extrapolable al resto del mundo? ¿Cómo nos puede ayudar la tecnología a detectar fake news?

Efectivamente, una gran parte de población mundial se encuentra expuesta a raciones cada vez mayores de desinformación.

Algunos estudios afirman, incluso, que a partir del año que viene la población estadounidense recibirá diariamente más información falsa que correcta.

Hay esperanza en el uso de la tecnología como están demostrando decenas de organizaciones, universidades y fundaciones en todo el mundo con el desarrollo de productos que ayudan a detectar o a alertar sobre la presencia de esos bulos.

Es el caso de Botometer, diseñado por la Universidad de Indiana para determinar la posibilidad de que la actividad de una cuenta Twitter sea real o automatizada, o el bot diseñado por Maldita Hemeroteca para ayudar a los usuarios de Whatsapp. Un desarrollo premiado con el European Press Prize en la categoría de Innovación.

Tampoco parece que seamos conscientes de la cantidad de perfiles falsos en redes sociales, de los cuales Facebook detectó y borró 4.500 millones durante los 9 primeros meses de 2020. Es famoso el caso del veinteañero estadounidense que durante un año fingió ser la hermana de D.J. Trump en Twitter y que el ex-presidente creyó era un perfil auténtico. ¿Cómo de importantes son los perfiles falsos para la desinformación?

Existe un preocupante desconocimiento sobre la amplitud del fenómeno de la desinformación y de todos los actores que intervienen en ella, como los perfiles falsos.

Los medios de comunicación y los poderes públicos tienen una gran labor de divulgación por delante para que haya una toma de conciencia generalizada. Los usuarios no tienen formación ni herramienta para distinguir  la naturaleza de los perfiles que siguen o que propagan las noticias, los memes o los rumores que acaban aterrizando en sus móviles.

Los perfiles falsos siempre van a existir pero serán menos útiles en la medida en que los ciudadanos sepan detectarlos y comprender que están siendo engañados.

¿Cuál es su método para detectar noticias falsas?

Soy profesora de verificación de información. Me formé hace seis años y desde entonces no he dejado de usar las herramientas sobre las que estudié y otras muchas adoptadas posteriormente, para analizar los temas, noticias, titulares o fotografías que me suscitan dudas.

Sin esos métodos es imposible ser periodista hoy en día.