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Honor y dignidad en la sociedad digital, por Wolfgang Kleinwächter, coautor de la Carta de los Derechos Digitales Fundamentales de la UE

"Tenemos que afrontar el hecho de que las nuevas tecnologías tienen un potencial disruptivo."

Tags: 'derechos humanos'

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Wolfgang Kleinwächter es una figura de renombre mundial en la política y la gobernanza de Internet: durante los ochenta fue co-creador del Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación de la UNESCO (NWICO). En la década de los 90 inició una serie de proyectos de Gobernanza de Internet que se convirtieron en los cimientos para el desarrollo de sistemas de ciber gobernanza en Europa.

A partir de 2010 lideró varios organismos internacionales como la Comisión Global de Estabilidad en el Ciberespacio y el Grupo de Expertos en Internet Transfronterizo del Consejo de Europa. Más recientemente, Kleinwächter ha formado parte, además, del equipo autor de la Carta de los Derechos Digitales Fundamentales de la UE.

El capítulo 1 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea es Dignidad, concepto estrechamente relacionado con el derecho al honor, la reputación y la imagen, uno de los más vulnerados en Internet. ¿Por qué es importante hablar de ello?

La información y la comunicación son fundamentales para la interacción humana y la convivencia en nuestro planeta. Son parte de la naturaleza humana, parte de las libertades fundamentales de un individuo. Sin embargo, no hay libertad sin responsabilidad. La libertad de un individuo termina donde la de otra persona se ve afectada.

El derecho a la libertad de expresión, reconocido como derecho humano «universal» en el artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (194), está vinculado con ciertos deberes y puede limitarse para proteger otros derechos y libertades como la reputación o la dignidad de otras personas. Sin embargo, tales limitaciones necesitan una base legal y, en caso de falta de claridad, deben ser verificadas por un tercero neutral como un tribunal independiente.

¿Está poniendo a prueba este fenómeno digital nuestras reglas sociales o es al revés, un reflejo de los cambios en la sociedad?

La sociedad de la información está poniendo a prueba muchas normas, principios y regulaciones de la sociedad industrial. Los cambios en los cimientos económicos de la sociedad desencadenan cambios en la superestructura política con consecuencias para los mecanismos y regulaciones institucionales. En mi opinión, este avance hacia una «sociedad de la información» […] es un paso del «nivel inferior» al «nivel superior».

Como sabemos por varias teorías del materialismo dialéctico, en “el nivel superior” encontraremos los mismos problemas que en el nivel inferior, pero en un entorno más complejo. No es necesario “reinventar la rueda”, pero la rueda en una sociedad de la información es diferente y mucho más compleja y avanzada que las “ruedas industriales”. Los valores universales, como el derecho a la libertad de expresión u otros derechos y libertades fundamentales, seguirán siendo valores universales.

Las oportunidades para el ejercicio de esos derechos y libertades aumentan en la sociedad de la información, que ha eliminado las barreras centenarias de tiempo y espacio para la distribución y el acceso a la información y la comunicación. Sin embargo, aumentan las amenazas de socavar o atacar esas libertades (desinformación sin fronteras, censura, manipulación, etc.).

Por lo tanto, ¿cree que el mundo digital podría llegar a alterar el sentido de comunidad y sociedad vigente hasta ahora?

Necesitamos enfrentar el desafío de que las nuevas tecnologías tienen un potencial disruptivo. Schumpeter acuñó el término «destrucción constructiva». La canibalización es otra palabra que se utiliza en la economía digital para describir el ciclo de vida de nuevos productos y servicios.

Existen mecanismos de “el ganador se lo lleva todo” en este mercado de la economía digital que destruye mercados y negocios locales consolidados. Es decir, son debería sorprendernos que desaparecieran los mecanismos, procedimientos o “comunidades” consolidados.

Sin embargo, ésta es sólo la mitad de la historia. Lo más interesante es la “reconstrucción” (en un nivel superior / Ver 3) de tales mecanismos, procedimientos, comunidades y mercados. La innovación es el camino a seguir. Uno de los lemas clave para la sociedad de la información es “innovación sin permiso”. Esto es en esencia correcto, pero no incluye la ausencia de ningún tipo de limitaciones o regulaciones. Hay efectos secundarios no deseados y desarrollos contraproducentes. En ese sentido la “innovación sin permiso” necesita una política general y un marco regulatorio para mantener el equilibrio dentro de la sociedad y cerrar brechas contraproducentes.

La cita de Lacordaire del siglo XVIII “entre el fuerte y el débil la libertad oprime y la ley la libera” también es válida en la era de la información.

Esto será clave en las discusiones sobre IA que ya han comenzado en organizaciones como la OCDE, la UNESCO, el Consejo de Europa o GGE LAWS.

¿Cómo podemos proteger la dignidad y los derechos al honor de las personas, la reputación y la imagen en Internet y en el ámbito digital?

No es necesario reinventar la rueda. Los instrumentos legales que hemos desarrollado (tras 300 años de lucha desde la invención de la imprenta, desde la Areopagitica de John Milton y las revoluciones democráticas en los siglos XVIII y XIX) después de la Segunda Guerra Mundial son muy prácticos y pueden usarse contra un mal uso de libertades y derechos en la era de la información. Todo el cuerpo de derechos humanos internacionales contiene convenciones legalmente vinculantes. No hay necesidad de «nuevos derechos humanos».

Sin embargo, existe la necesidad de una mejor interpretación de los derechos y libertades existentes en un mundo digital. Y es necesario realizar algunos ajustes, como hemos visto en cuestiones como la vigilancia masiva, las noticias falsas, la incitación al odio, el uso indebido de datos personales y, en particular, la IA.

El trabajo de los dos relatores especiales sobre libertad de expresión y privacidad en la era digital bajo el Consejo de Derechos Humanos de la ONU es el camino correcto a seguir. Se necesita más voluntad política para discutir y aceptar las recomendaciones de esos relatores especiales por parte de la AGNU y sus estados miembros.

¿Es realmente posible proteger el derecho de las personas al honor, la reputación y la imagen mientras las redes sociales no sean legalmente responsables de su contenido?

Aquí hay una línea roja muy fina. El desafío consiste en minimizar las implicaciones negativas del sistema actual en relación a la responsabilidad del contenido y maximizar los aspectos positivos.

Una híper-regulación puede derivar fácilmente en rígidos mecanismos de censura donde los “censores” (por razones políticas o económicas) están fuera de control de cualquier sistema de rendición de cuentas con controles y equilibrios democráticos. Sin embargo, los daños sociales como resultado de una regulación débil o inexistente pueden tener un efecto similar y también son inaceptables.

Necesitamos mecanismos muy sofisticados que respeten la libertad pero que no socaven los valores humanos. Una forma de avanzar podría ser fortalecer un “poder judicial digital” independiente que podría gestionar casos individuales y desarrollar algo que conocemos del mundo industrializado: la jurisprudencia. Probablemente, la Política de Resolución de Disputas de Nombres de Dominio Uniformes de la Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números podría servir como ‘fuente de inspiración’.

¿Las redes sociales prosperan en una atmósfera de indignidad e individualismo?

Sí y no. En primer lugar, el individualismo se alimenta de estar a solas conmigo, con mi computadora y con el resto del mundo. Pero los seres humanos somos animales sociales.

Tarde o temprano echarán de menos la “socialización” y el péndulo volverá al otro lado y veremos más “comunidades digitales”, “fiestas digitales” y “colectivismo digital” (que producirá otro riesgos y amenazas).