¿En qué consiste su trabajo?
¿Qué es una smart city?
¿Es mejor ciudad una smart city?
¿Discriminan las ciudades por género?
¿Qué medidas deberían tomar las ciudades para evitarlo?
¿Cómo incide el libre mercado en la discriminación por género y por otras condiciones en las ciudades?
Inés Sánchez de Madariaga es experta en urbanismo y género en urbanismo, Doctora Arquitecto por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Master of Science por la Universidad de Columbia, en Nueva York. Ostenta, así mismo, el cargo de directora de la Cátedra UNESCO de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación de la UPM, universidad de la que además es profesora Titular de Urbanismo y Ordenación del Territorio y presidenta de la comisión encargada de elaborar el Plan de Igualdad. Preside la red COST genderSTE sobre Género, Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y es co-directora del proyecto Gendered Innovations, de la Comisión Europea y la Universidad de Stanford.
¿En qué consiste su trabajo?
Mi trabajo tiene tres tipos de actividades, que se corresponden con la misión de la universidad: docencia, investigación, y transferencia de tecnología e innovación a la sociedad. Como docente, imparto clases sobre urbanismo y sobre género en el urbanismo, a nivel de grado, posgrado y doctorado en la Universidad Politécnica de Madrid, además de conferencias y cursos de formación dirigidos a profesionales de los sectores público y privado, en materia de urbanismo y género.
Como investigadora, dirijo proyectos de investigación básica y aplicada financiados por la Comisión Europea así como a través de contratos de distintos organismos públicos y entidades privadas.
La tercera dimensión de mi actividad es la transferencia de tecnología y la innovación social a través de la participación activa en medios de discusión, difusión y transferencia. Soy Asesora de la Directora Ejecutiva de ONU-Habitat en materia de género para la Nueva Agenda Urbana y miembro del Comité Asesor de la Red Española de Desarrollos Sostenible, REDS, y de la Fundación Mujeres por África.
¿Qué es una smart city?
Una Smart city para mí es una ciudad que usa de manera activa y consciente las nuevas tecnologías como medio y como herramienta para mejorar la calidad de vida de todas las personas, independientemente de su género, edad, raza, nivel socioeconómico, situación familiar, lugar de residencia, creencias religiosas, o cualquier otra condición incluida sexual que pueda definir su identidad, en tanto que individuo, o como parte de un grupo.
Las nuevas tecnologías son herramientas muy potentes que pueden contribuir de manera muy significativa a mejorar por ejemplo la eficiencia de la gestión de los servicios públicos urbanos.
Las nuevas tecnologías son herramientas muy potentes que pueden contribuir de manera muy significativa a mejorar por ejemplo la eficiencia de la gestión de los servicios públicos urbanos, contribuyendo a reducir desigualdades geográficas y sociales en el acceso a los bienes y servicios. Pero son solamente eso, herramientas. No son un fin en sí mismas. Quienes toman decisiones y quienes diseñan los sistemas deben tener esto muy presente.
Una smart city, ¿es una mejor ciudad?
Yo diría que una Smart city no es necesariamente una mejor ciudad, aunque puede serlo.
Una ciudad que aplica la idea de Smart city entendida con la definición que le acabo de hacer (ciudad que de manera activa usa las nuevas tecnologías para mejorar la vida de la gente por ejemplo a través de una mejora de la gestión de los servicios públicos y/o privados urbanos), sí tiene el potencial de mejorar respecto a una situación en que esa misma ciudad no aplica tales tecnologías con este objetivo.
Cuando hablamos de ciudades es más importante la planificación física que la utilización de tecnologías de la información. Es más importante el planeamiento urbano que lo que llamamos Smart cities como herramientas de construcción de la ciudad. Las tecnologías de la información tienen su ámbito de acción como apoyo a la gestión urbana en todos sus ámbitos, pero tienen un impacto mejor que el planeamiento y el diseño urbanos en la configuración de las ciudades.
¿Discriminan las ciudades por género?
Hombres y mujeres vivimos en la ciudad de manera muy diferente (estadísticamente hablando) porque las mujeres se hacen cargo de la mayor parte de las tareas de cuidado, que son aquéllas necesarias para el mantenimiento del hogar, la reproducción de la vida, y el cuidado de personas que no tienen autonomía en la ciudad (menores, mayores, personas enfermas y discapacitadas). Esta brecha de género se cierra muy lentamente y las decisiones del planeamiento urbano no afectan de igual manera a hombres y mujeres.
Si tenemos en cuenta que la disciplina urbanística se ha construido con una idea “normalizadora” de experiencia vital en la ciudad que toma como estándar de referencia la experiencia masculina, podemos decir que en muchas ocasiones las ciudades generan situaciones de desventaja comparativa para las mujeres.
Por ejemplo, respecto a la movilidad, las mujeres hacen más viajes, más viajes encadenados, con patrones de tipo más poligonal y menos viajes pendulares, usan más el transporte público, abarcan distancias y ámbitos geográficos menores y más en el entorno de la vivienda, y se mueven por más motivos diferentes, con patrones de movilidad menos predecibles y más irregulares. Todo esto tiene que ver con la doble carga de trabajo que asumen las mujeres dentro y fuera del hogar, que implica un uso de los equipamientos urbanos, del espacio público, de la vivienda, y del transporte, diferente de quienes estadísticamente dedican la mayor parte de su tiempo al empleo remunerado y no asumen tareas de cuidado.
¿Qué medidas deberían tomar las ciudades para evitarlo?
Estas realidades de uso de la ciudad no son consideradas normalmente en los procesos de planificación y diseño. Es necesario que se produzca una normalización en el entendimiento de estas realidades diferentes y por tanto de una práctica profesional e institucional que atienda a las necesidades vitales en la ciudad de quienes además de trabajar en un empleo remunerado se hacen cargo del cuidado de otras personas y el mantenimiento del hogar. Esto implica considerar en los planes urbanísticos y de transporte la realidad cotidiana de las personas según sus roles de género, y sus necesidades en el espacio de la ciudad. Me parece que entre los aspectos más urgentes e importantes a considerar se podrían destacar, de manera no excluyente de otras realidades, las necesidades de las madres con menores a cargo que trabajan, las madres de familias mono parentales, las mujeres mayores solas, las inmigrantes. El planeamiento urbano, las políticas de transporte y las políticas vivienda pueden contribuir en múltiples maneras a mejorar sus condiciones de vida.
El planeamiento urbano, las políticas de transporte y las políticas vivienda pueden contribuir en múltiples maneras a mejorar sus condiciones de vida.
Yo soy optimista en este sentido. Empieza a generarse un consenso amplio sobre la pertinencia del enfoque de género en el urbanismo
¿Cómo puede la tecnología de las smart cities ayudar a paliar este fenómeno, y a ser más inclusivas?
Las tecnologías de las Smart cities pueden contribuir a paliar las desigualdades de género en la ciudad a través de una integración de la perspectiva de género en su diseño y aplicación. Se trataría de aplicar un proceso y enfoque analítico que en inglés se denomina “gender mainstreaming”, un término acuñado en la Conferencia Mundial de Mujeres de Pekín de Naciones Unidas que tuvo lugar en el año 1995. Gender mainstreaming es un proceso de análisis y definición de políticas, planes, programas y proyectos a través del cual, a todos los niveles de toma de decisión y de ejecución, y en todas las fases del proceso, se consideran las implicaciones de tales políticas para las mujeres, y se integran acciones dirigidas a reducir desigualdades existentes y a promover la igualdad entre hombres y mujeres.
Un aspecto fundamental, en el caso concreto de las Smart cities se refiere a los datos. Me parece particularmente importante asegurar que el uso de los datos sea sin sesgos ni omisiones de género.
En el caso de las Smart cities, entonces, se trataría de plantear los planes, programas y proyectos, en todas sus fases de análisis, propuesta, diseño y puesta en práctica, de tal manera que se identifiquen y se tengan en cuenta las diferencias entre hombres y mujeres, las necesidades específicas de las mujeres, y los temas de género. Un aspecto fundamental, en el caso concreto de las Smart cities se refiere a los datos. Me parece particularmente importante asegurar que el uso de los datos sea sin sesgos ni omisiones de género.
¿Cómo incide el libre mercado en la discriminación por género y por otras condiciones en las ciudades?
El libre mercado, sin marcos regulatorios adecuados, genera discriminación, no solo por género, sino también por otras muchas variables, como por ejemplo y de manera principal el nivel socioeconómico. Sin embargo, actualmente los mercados están altamente regulados en nuestras sociedades europeas. De manera más o menos eficaz, más o menos amplia, y con un amplio abanico de matices según los países y el sector, la regulación pública modera bastante estas discriminaciones. Además, los estados del bienestar proporcionan capas añadidas de seguridad a la población aunque en los últimos años hemos presenciado una reducción significativa de los niveles de protección social notablemente en los países del sur de Europa.
¿Deberían los gobiernos regular en mayor medida el crecimiento y la planificación de las ciudades, así como la adjudicación de sus terrenos y el precio de la vivienda, y cómo puede la tecnología ayudar en ello?
El planeamiento urbano es fundamental e irrenunciable. Ningún país desarrollado del mundo gestiona el crecimiento de sus ciudades de otra manera.
La vivienda tiene una importantísima dimensión social y económica, además de los aspectos espaciales que se definen a través de los planes urbanísticos. Es un sector muy importante de la economía, y es también un bien social primordial, básico para la vida. Es por ello un ámbito muy importante de la política económica y de la política social. Las políticas de vivienda y la política urbanística inciden de múltiples maneras interrelacionadas en el precio de la vivienda de tal manera que es necesario considerar la política en su conjunto: no se puede mirar a una, dos o tres medidas concretas de manera aislada.
La tecnología puede ayudar a conocer mejor la realidad de los mercados, a través del desarrollo de bases de datos de precios actualizados, accesibles al público, que doten de mayor transparencia a los mercados inmobiliarios.
En todo ello, la tecnología puede prestar una ayuda importante. Puede ayudar por ejemplo a conocer mejor la realidad de los mercados, a través del desarrollo de bases de datos de precios actualizados, accesibles al público, que doten de mayor transparencia a los mercados inmobiliarios.
¿Y deberían los ciudadanos poder participar en la planificación de las ciudades vía, por ejemplo, plataformas como smarticipate?
Por supuesto, los ciudadanos deben poder participar en la planificación de las ciudades, y de manera especialmente importante en los entornos inmediatos de su lugar de residencia donde desarrollan parte importante de su vida cotidiana, en los entornos que mejor conocen porque los viven en el día a día.
Los ciudadanos deben poder participar en la planificación de las ciudades, y de manera especialmente importante en los entornos inmediatos de su lugar de residencia donde desarrollan parte importante de su vida cotidiana.
Las tecnologías son herramientas que pueden ser útiles en estos procesos, aunque es necesario diseñarlos adecuadamente. Por ejemplo, el uso de plataformas debe asegurar que grupos con dificultades de acceso a las nuevas tecnologías, como pueden ser las personas mayores, o con dificultades de accesibilidad por ejemplo visual, no sean excluidas.