¿Qué efecto tiene la tecnología en las relaciones personales?
¿Existe una predisposición para las relaciones online?
¿Puede la tecnología transformar cómo amamos?
¿Cuál es su opinión al respecto?
¿Hasta qué punto influye en ello la tecnología?
¿Qué impacto tiene todo esto en la sociedad?
¿Serán las relaciones personales el único ámbito libre de algoritmos?
Omri Gillath, Ph.D., profesor de psicología en el Hoglund Brain Imaging Center de la Universidad de Kansas, es uno de los principales expertos a nivel mundial en el estudio las relaciones personales y sus mecanismos subyacentes. Su trabajo abarca desde sistemas de comportamiento humano, especialmente en lo referido al apego, al cuidado compasivo pasando por el apareamiento sexual.
Su sistema de investigación es científico: utiliza técnicas de neuroimagen, medidores fisiológicos y marcadores endocrinos, así como cuestionarios y ejercicios cognitivos. Más recientemente ha comenzado a estudiar los vínculos que los humanos desarrollamos con la inteligencia artificial. ¿Cambiará la tecnología la forma en que amamos y nuestras relaciones sexuales?
En su charla TED menciona usted un estudio de la Universidad de Harvard llevado a cabo durante más de 80 años que concluyó que las relaciones íntimas y el sentirse querido eran los principales pronosticadores de felicidad, así como un factor clave para nuestra salud física y mental. ¿Qué efecto tiene la tecnología en las relaciones personales y, por lo tanto, en nuestra capacidad de ser felices o experimentar felicidad?
Tal y como menciono en uno de mis últimos artículos, la tecnología tiene efectos positivos y negativos en las relaciones personales. Por un lado, nos ayuda a conectar, pone a nuestro alcance con un sólo clic toda una red social y así nunca estamos solos. Dicho esto, la tecnología también puede dañar nuestras relaciones. Hay personas que sustituyen la interacción cara a cara por interacciones online, perdiéndose así todas las ventajas que ofrece la cercanía (un aumento de la oxitocina, una mayor sensación de seguridad y, sí, felicidad). […]
Por último, las personas estamos comenzando a percibir nuestras relaciones como si fueran los dispositivos electrónicos que usamos: de usar y tirar.
En su trabajo menciona tres tipos de apego predominantes entre las personas: ansioso, evasivo y seguro. ¿Existe una predisposición en alguno de ellos para las relaciones online?
La ansiedad, la evasión y la seguridad son los estilos de apego de las personas y normalmente se conceptualizan como dimensiones (alta o baja). Por ello, todos tenemos un marcador en cada una de estas dimensiones, algo que hemos podido constatar a través de numerosos estudios de predicción de pensamientos, sentimientos y comportamientos de personas en referencia a sus relaciones personales on y off line.
Hemos podido demostrar que las personas nacen con una predisposición genética para marcar más alto en determinadas dimensiones, lo cual a su vez afecta sus relaciones e interacciones online.
¿Puede la tecnología transformar cómo amamos?
La tecnología por sí misma sólo es una herramienta, no cambia nuestras necesidades de intimidad y seguridad ni nuestra tendencia a crear vínculos de apego. No obstante, sí que podría cambiar cómo satisfacemos estas necesidades y si eso nos hace felices.
Podría darse que en lugar de tener relaciones verdaderamente cercanas con otros humanos (una relación romántica o de amistad) desarrolláramos relaciones para-sociales (por ejemplo vínculos con figuras mediáticas), una conexión unilateral que se usa para intentar satisfacer la necesidad de pertenencia. Una relación así puede funcionar como un sustituto (temporal) y puede ser mejor que nada, pero normalmente se considera que no es tan saludable ni tan satisfactorio. No existen muchos estudios sobre el efecto de las relaciones online y las conclusiones son contradictorias. […] personalmente creo que como todo lo demás en la vida, se trata de buscar el equilibrio. Usar la tecnología siendo consciente de sus potenciales efectos negativos.
Hay personas que consideran que las citas online no suponen ningún riesgo y que, de hecho, ayudan a elegir la persona adecuada, mientras que otros alertan de la 'cosificación' de las personas y relaciones. ¿Cuál es su opinión al respecto?
El lado positivo es la variedad de personas que se pueden encontrar online, la especificidad (por ejemplo, alguien que tiene exactamente los mismos gustos o intereses similares) y en general, el fácil acceso. También ayuda a personas que son tímidas, socialmente poco hábiles o que sufren de ansiedad social y para las cuales las citas cara a cara son difíciles o incluso imposibles.
Sin embargo, estudios demuestran que las citas online pueden socavar el resultado final: tienden a reducir potenciales parejas tridimensionales a trozos de información en dos dimensiones.
Éstos difícilmente proporcionan las experiencias de las interacciones sociales, que son esenciales para evaluar si dos personas son compatibles. Más aún, como apuntas, la enorme cantidad de posibles parejas a menudo lleva a quienes buscan citas online a cosificar a las personas y a resultar cosificados.
Usted ha mencionado también que nunca antes ha habido tantos solteros en Estados Unidos, tendencia que observamos también en España y el resto de Europa. ¿Hasta qué punto influye en ello la tecnología y qué otros factores hay?
Un ejemplo es el uso de aplicaciones como Tinder y Grimmer que, tal y como menciono más arriba, aumentan la cosificación, de manera que los otros son vistos como objetos para satisfacer nuestras necesidades (sexo) y ya está, más que como un compañero a largo plazo. Tales aplicaciones también podrían aumentar el FOMO (Fear of Missing Out – Miedo a Perderse Algo).
La gente no se quiere comprometer por miedo a que haya un candidato mejor a la vuelta de la esquina (virtual). Además, podemos acabar percibiendo a las personas como objetos de usar a tirar como ocurre con nuestros dispositivos móviles.
En 2019 las visitas a Pornhub fueron 42.000 millones frente a 28.500 millones en 2017, y los videos se vieron por más tiempo. Esto significa que la web registró una media de 115 millones de visitas por día el año pasado, lo cual equivale a la población de Canadá, Australia, Polonia y Holanda, todo ello según el informe anual de Pornhub. ¿Qué impacto tiene todo esto en la sociedad?
Es una cuestión empírica y para responderla necesitamos más investigación. Un mayor acceso, igual que con las citas online, puede ser algo positivo (las personas pueden encontrar alivio más fácil y rápido) o negativo, sobre todo si se desarrolla una adicción, prefieren el porno al sexo real o utilizan el porno para valorar a sus parejas en la vida real así como sus relaciones sexuales.
Un ejemplo de todo esto es que cada vez más adolescentes hombres esperan que sus compañeras del sexo opuesto disfruten y quieran sexo anal aunque esto es así sólo en una minoría de los casos. La edad de exposición al sexo hard-core está disminuyendo (en los Estados Unidos la media es de 11 años), lo cual podría explicar expectativas así de surrealistas. Ver porno se convierte en la principal vía de educación sexual, sobre todo cuando el sistema tradicional (escuelas, padres, etc) no ofrecen una buena alternativa.
En un mundo en el que la inteligencia artificial estará presente en cada vez más parcelas de nuestras vidas, ¿serán las relaciones personales el único ámbito libre de algoritmos?
Sí, la elección es nuestra y tenemos que establecer las reglas y marcar los límites que nos permitirán mantener el control. La tecnología no se detiene para nadie, los nuevos avances seguirán llegando estemos preparados o no. Como sociedad nos tenemos que asegurar de que entendemos el significado de estos avances y las implicaciones de su uso.
Para ello necesitamos invertir recursos y estudiar estos problemas siguiendo un sistema científico.