¿En qué consiste su trabajo?
¿Cómo afecta la pandemia al turismo y los servicios, tan importantes en España?
¿Surgirán nuevas iniciativas empresariales de esta crisis?
¿Resultará la pandemia en un futuro de políticas sociales públicas más fuertes?
¿Cuán importante está siendo la tecnología para el gobierno?
¿Puede el trabajo a distancia vulnerar los derechos laborales?
¿Aboga usted por el trabajo a distancia?
¿Cómo podemos prepararnos para la digitalización de la sociedad que propiciará la pandemia?
Belén Romana es consejera externa de Banco Santander y Aviva, así como miembro del consejo asesor de la Fundación Rafael del Pino, presidenta del consejo de patronos global de Digital Future Society y miembro del consejo asesor de GFI, España y de TribalData.
Con anterioridad ocupó el cargo de directora general de Política Económica y directora general del Tesoro del Ministerio de Economía del Gobierno de España así como el de presidenta ejecutiva de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, S.A. (SAREB). Es licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid y Economista del Estado.
¿Puede explicarnos brevemente en qué consiste su trabajo?
Me dedico a diferentes actividades: por un lado soy miembro del consejo de administración de Banco Santander y Aviva (la mayor aseguradora del Reino Unido), así como presidenta del Global Board de Digital Future Society. Por otro, ejerzo como asesora para compañías tecnológicas como la francesa GFI o la star-up Tribaldata.
Con anterioridad fui presidenta ejecutiva de la Sociedad de Gestión de Activos Procedentes de la Reestructuración Bancaria, S.A. (SAREB) y directora general del Tesoro del Ministerio de Economía del Gobierno de España.
La economía española depende en gran medida del turismo y los servicios. ¿Cómo afecta la actual pandemia a países con una estructura económica como la nuestra?
La situación que vivimos ha supuesto un golpe global con características muy concretas y diferentes de lo que hemos vivido en el pasado: está sucediendo en todo el mundo en un periodo muy corto de tiempo, impacta a casi todos los sectores económicos y tiene efectos simultáneos sobre oferta y demanda.
Es cierto que España está más expuesta que otros países al colapso del turismo, dado que éste representa aproximadamente un 15% de nuestras exportaciones, y la previsiones económicas del Fondo Económico para esta primavera así lo refleja. Si embargo, el impacto final de la crisis dependerá de una serie de factores como la duración y la intensidad del confinamiento o el impacto final de las medidas económicas que se están tomando.
Esta crisis no sólo afectará a la movilidad internacional, sino que acelerará también algunas de las tendencias que ya estaban presentes, como la regionalización del comercio industrial o la ralentización de los flujos de inversión extranjera directa. Es por ello que todos los países y numerosos modelos de negocio se verán afectados.
Empresas cuyo crecimiento parecía imparable hace sólo unos meses como Airbnb también están sufriendo. La industria también, debido a la interrupción de las cadenas globales de producción. Esta crisis afectará a todos y podría tener efectos duraderos en el panorama geopolítico.
Algunos negocios se están re-inventando a través de la tecnología, adaptando sus servicios a las necesidades de una población confinada. ¿Es algo anecdótico o cree que dará lugar al surgimiento de nuevas iniciativas empresariales?
El cada vez mayor papel de la tecnología es una tendencia que ha venido para quedarse. Ya era así antes de esta crisis y la situación actual no hará sino acelerar el proceso. Se darán algunos cambios en los modelos de negocio en los que la conectividad con el cliente será la clave, más que modelos descentralizados y aislados. Es más, ya estamos viendo cómo otras tendencias se están reforzando, como los eventos en vivo vía streaming (que han crecido bastante más que el consumo de información a través de redes sociales en los últimos meses) o los videojuegos.
Nos costará recobrar la movilidad total y todos estamos aprendiendo que también podemos vivir con menos movilidad priorizando el comercio online y las reuniones virtuales. Todo esto ha llegado también para quedarse y contribuirá al surgimiento de nuevas aplicaciones, nuevas compañías y modelos de negocio.
La disrupción de las cadenas de producción globales tendrá otras consecuencias. Durante los últimos cinco años, mucho antes de la COVID19, el comercio industrial se estaba regionalizando, con China aumentando su independencia industrial del resto del mundo, y los flujos de inversiones directas del extranjero se estaban desacelerandi. La actual crisis acelerará todo esto.
Veremos así mismo otros cambios, como una mayor automatización de las líneas de producción e incluso el desarrollo de modelos DIY (hazlo tú mismo), por los cuales el cliente puede instalar por sí mismo los bienes que compra (similar a lo que ha hecho IKEA con los muebles). Parece que nos dirigimos hacia un mundo donde todo será “sin contacto”.
Usted cuenta con una dilatada experiencia en el mundo de las finanzas tanto en el sector público como en el privado. Los estados están actuando como redes de seguridad para las economías nacionales en todo el mundo. ¿Resultará la actual situación en un futuro de políticas sociales públicas más fuertes?
En mi opinión, los Estados tendrán un papel mucho mayor en la economía, no sólo como reguladores sino gestionando una parte cada vez mayor de la misma. Algunos países ya están pensando en nacionalizar algunas empresas (como aerolíneas), algo que era infrecuente hace sólo unos meses.
Obviamente, el modelo final dependerá de una serie de factores: desde el impacto real de todas las medidas que se están tomando a los diferentes modelos sociales y económicos en todo el mundo.
Los sistemas digitales de solicitud y gestión de subvenciones están siendo decisivos para poder sostener a los ciudadanos. ¿Cuán importante está siendo el papel de la tecnología digital en la gestión gubernamental de la crisis?
En un mundo en confinamiento, las tecnologías digitales se han convertido en una herramienta clave para todos, también para los gobiernos. Corea del Sur desarrolló una serie de aplicaciones que monitorizaban las amenazas de contagio y otros países han seguido su ejemplo. Estamos viendo que el medio digital se está convirtiendo en algo clave, desde California a la Unión Europea, que ha planteado la iniciativa de utilizar una aplicación común para controlar la propagación del virus dentro de sus fronteras.
De aquí en adelante, el uso de estas herramientas se generalizará, lo cual conlleva también una serie problemas, de entre los cuales la privacidad no es el menor. Estas aplicaciones rastrean aspectos muy importantes de nuestras vidas, como a dónde vamos o con quién hemos tenido contacto.
Aunque son útiles para controlar la pandemia, también conllevan una serie de riesgos importantes en relación con el potencial uso que de ellas pueden hacer los Estados para crear entornos de vigilancia que podrían ser peligrosos para los individuos. De ahí que tengamos que reforzar las leyes de privacidad para evitar que estos riesgos se materialicen.
Más aún, tal y como destacan algunos informes, la información sobre la salud puede acabar convertida en un arma por otros agentes, aumentando el riesgo de ciberataques a escala global.
Los gig y ghost workers son dos categorías de empleo surgidas de la economía de plataformas digitales con una urgente necesidad de regulación. El cambio de ubicación del trabajo que ha forzado la pandemia, de la oficina a casa, ¿puede resultar en la vulneración de los derechos de los trabajadores?
No necesariamente. Hace tiempo que ya existe la normativa que limita el acceso a los trabajadores fuera del lugar de trabajo. Estas normativas tienen su origen tanto en las empresas como en el gobierno, para garantizar que los trabajadores pueden tienen tiempo de ocio y para sus familias.
Así mismo, los gobiernos también están poniendo en marcha una serie de medidas para ayudar a los desempleados a lidiar con los efectos de la crisis.
A diferencia de Silicon Valley, donde el trabajo a distancia es habitual, muchos países europeos son reacios a adoptarlo. ¿Aboga usted por el trabajo a distancia?
Bajo mi punto de vista el trabajo a distancia ha venido para quedarse. Todos hemos descubierto que muchas de las actividades laborales se pueden hacer en remoto, lo cual redunda en un importante ahorro de tiempo (de desplazamiento) y dinero. Esto representa una serie de ventajas importantes para los trabajadores.
Pero no debemos olvidar que la posibilidad del tele trabajo no afecta a todos los trabajadores por igual. Existen muchos trabajos en los que no funciona. En general, para aquellos individuos con mayor formación (educación, servicios financieros, trabajos corporativos) es más fácil trabajar desde casa que para aquellos con menor formación. De hecho, la mayor parte de los trabajadores en el campo de la industria, la moda, el ocio, la construcción, el transporte o determinados servicios no pueden hacerlo de forma habitual.
¿Cómo podemos prepararnos para la digitalización de la sociedad que propiciará la pandemia?
A nivel empresarial nos hemos adentrado en un mundo en el que la adaptabilidad es la clave. Como individuos, hemos de entender que los cambios profundos que se están dando en nuestras sociedades y, además de mantener una mente abierta, la mejor forma de lograrlo es a través de la formación.
Llevamos muchos años hablando de la formación durante toda la vida laboral: más que nunca, tendremos que estar abiertos a formarnos en nuevas tipologías de trabajo, nuevas capacidades e incluso nuevas formas de interactuar a nivel político y social.