Es difícil encontrar una definición concreta compartida. Tal vez sea esta ambigüedad la que facilita su uso por parte de una amplia gama de partes interesadas dentro del espectro político y en una variedad de contextos. En general, el término se usa principalmente como un término general para encapsular una variedad de problemáticas y, con frecuencia, va seguido del lema poner a las personas en el centro del desarrollo tecnológico y desarrollar tecnología al servicio de los ciudadanos.
El uso actual del término apunta a las preocupaciones que surgen a partir de importantes desarrollos tecnológicos, como son la expansión de la inteligencia artificial, los algoritmos, la economía de datos, la neurotecnología y las violaciones de la privacidad. En resumen, un desarrollo tecnológico que pronto podría estar más allá del control humano, lo que obligaría a afirmar la necesidad de asumir un humanismo tecnológico que coloque a los humanos (y el control humano) en el centro del desarrollo tecnológico.
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El uso actual del concepto en España está estrechamente asociado a personas del amplio espectro político. Jose María Lassalle, Secretario de Estado para el Avance Digital de España en el gobierno del Partido Popular, entre los años 2016 a 2018, y autor de varios libros y artículos sobre el tema, fue uno de los primeros personajes públicos en empezar a utilizarlo de un manera significativa.
Otra de las principales impulsoras es Laia Bonet, Tercera Teniente de la alcaldía de Barcelona – Área de Agenda 2030, Transición Digital, Deportes y Coordinación Territorial y Metropolitana y miembro del Partit dels Socialistes de Catalunya.
Además, al debatir el papel de las ciudades para hacer frente a los desafíos globales en el Congreso Mundial Smart City Expo, de noviembre de 2021, la Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y Francesca Bria, presidenta del Fondo Italiano de Innovación y Ex Directora de Tecnología e Innovación Digital de la ciudad de Barcelona discutieron el papel que puede jugar el humanismo tecnológico en el fomento de una “agenda tecnológica, democrática y social al servicio del bien común como el camino a seguir”.
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En inglés, el humanismo tecnológico (‘technological humanism’) no se usa tan ampliamente como el concepto relacionado humanismo digital (‘digital humanism’). Aunque no tiene una fácil traducción, el auge del concepto de humanismo tecnológico en España y la discusión generada en torno a las inquietudes que encierra el término, refleja el auge de voces críticas en otros países que, con sentido de urgencia, están sensibilizando de los riesgos relacionados con los desarrollos tecnológicos actuales. De todas las tecnologías exponenciales, es la expansión de la inteligencia artificial y ciertas aplicaciones, específicamente el uso de algoritmos y sistemas automatizados de toma de decisiones, junto con el enorme poder financiero de las empresas tecnológicas más grandes, y el auge de la economía de los datos y el impacto que tienen a través de diferentes esferas de nuestras vidas que han planteado cuestiones éticas y han incitado a los críticos a hacer sonar la alarma. Esto se ilustra con el importante cuerpo de literatura académica, informes de los medios e iniciativas relacionadas con las preocupaciones sobre el impacto que la tecnología está teniendo en la sociedad. La vigilancia digital, la desinformación y la injusticia algorítmica se encuentran en el centro de muchas de las preocupaciones expresadas por los críticos.
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